viernes, 22 de marzo de 2013

Durmiendo con el enemigo: Tengo un hermano homofóbico.


          Sin duda, todos hemos tenido que enfrentar (en algún momento de nuestra vida) la desagradable sensación de ser discriminado, vejado, ridiculizado, estigmatizado y todos los sinónimos que se le puedan ocurrir a usted, amable lector, por causa de nuestra sexualidad. Los más orgullosos dirán que en realidad, no es un tema que les afecte, pues el tiempo los ha hecho fuertes y resistentes a los daños. Pero existe gente (como yo) a la que recibir esta clase de trato, por parte de extraño, se le hace difícil de asimilar. Sin embargo, las cosas empeoran cuando la persona que te maltrata y molesta no es un extraño, sino que es un miembro de tu familia y, como si de una mala broma se tratara, es tu hermano mayor.

           Todos (o por lo menos lo más adultos) tendrán en su memoria, algunos nombres de películas tales como “La mano que mece la cuna” o “Durmiendo con el enemigo”, clásicos de la época de los 90’ donde la paranoia y la psicosis, son un factor que brinda estresantes horas, en las que el espectador espera que el esposo de la protagonista, se levante de la cama durante la noche, busque un cuchillo y mate a su mujer. Bueno, tener un hermano homofóbico es más o menos lo mismo, con la diferencia de que mi hermano, a diferencia del esposo de la protagonista de la película, no había mostrado rasgos psicopáticos a lo largo de toda su vida, hasta que osé decir que soy gay (O bisexual/lesbiana... para el caso es igual) De un día para otro, nuestra ya eterna rivalidad se remarcó y la frágil relación que habíamos sostenido durante años, llegó a un punto culmine, donde terminó rompiéndose sin remedio. Y llegaron los llantos, las disculpas, los “perdón hermano, pero es lo que soy”, semanas de miradas resentidas por parte de él y luego, una actitud de deferente silencio.

           Al principio llegué a pensar que era mejor estar así, distanciados y en silencio, que podría vivir mi vida tranquilo y que en último caso, mi hermano no tendría su nariz metida en mis asuntos pero ¡no! Cual león al asecho, ese deferente silencio que había venido arrastrando por semanas, significa más que ausencia de palabras. A lo largo de los días, semanas y meses, mi hermano había esperado meterse en mis asuntos; ver con quien estoy y con quien no estoy. Vigilar mis salidas, mis amistades, mi correo, habitación y como toque final, se había tomado la libertad de leer mi diario (Si, tengo un diario de vida, ¡no me juzguen!) para terminar descubriendo que estoy perdidamente enamorado de un chico de mi clase. HORROR. Regresan los llantos, las lamentaciones y avanzamos a un nuevo nivel en nuestra ya terrible relación: las amenazas, que desde ahora en adelante, estarán a la orden del día. Si me niego a obedecer alguna de sus órdenes, ahí está la amenaza. “Le voy a decir a mis padres ¿Cómo crees que lo tomarán?” “Te van a echar de la casa”  y todas las lágrimas que derramó él en su ausencia de comprensión hacia mi condición y elección sexual, se vuelcan sobre mi. De un día para otro ya no duermo, no como, no respiro y me sobresalto con facilidad esperando con miedo que, cualquier día, mi madre y padre sepan toda la verdad sobre mí.

          ¿Cómo sobreviví? Pues bien, creo que fácilmente podría hacer un “Manual de sobrevivencia para no caer en la demencia por acoso” y venderlo a una editorial para hacerme rico y famoso, pero no es la idea. Dentro de toda esta situación, hubo un par de pensamientos que me sostuvieron:

1.- Todo, absolutamente TODO en esta vida se devuelve.

        Si hoy alguien te acosa, mañana ese alguien estará sufriendo. ¿Qué debes hacer cuando ese ente que te hizo la vida imposible, esté sufriendo? Tiéndele una mano y enséñale a ser persona. No hay mejor venganza que ayudar a aquel que te hizo sufrir.

2.- Algún día me iré de mi casa y entonces ya nadie me amenazará.

      A pesar de que es un pensamiento/proyecto a largo plazo, pasar las horas pensando como sería mi departamento de soltero, me ayudaba a evadir la angustia que me producía estar con un bravucón durmiendo en la habitación contigua.

Como reza el dicho, “No hay mal que dure 100 años” y hoy en día, puedo decir que las cosas están más tranquilas. Creo que de alguna forma, mi hermano asumió que por más que me gritara y amenazara, no podría cambiar lo que soy. Tardó un poco pero lo logró. ¿Y tú? ¿Aún estás durmiendo con el enemigo?

                                                                                                                                       Gutier Black                                         

sábado, 23 de febrero de 2013

¿Cómo saber si tu novio es gay? (Y tu amigo, tu hermano, tu tío…)


Por la mente de todos, ha pasado la idea de que cierto chico que conocemos, pueda ser homosexual. Dado que hay casos soberanamente obvios, cariñosamente nombrados como “locas” veremos algunos aspectos quizás más sutiles que puedan hacer sonar cierto radar que cada vez se desarrolla más en nuestra sociedad.
Algunos de los lectores de estas palabras, conocerán ya (o lo harán después) la película “You Should meet my son” (Deberías conocer a mi hijo). En tal filme, la madre es el personaje principal, e intenta buscar a un chico para que sea pareja de su treintón hijo, no sin antes sorprenderse al descubrir su verdadera orientación sexual. El método que utilizó para averiguarlo es de lo más hilarante: un test de revista. Junto a la solterona de su hermana, utilizan una vieja revista, para realizar un test de “Cómo saber si tu novio es gay”.
No nos remitiremos a detectar a los novios solamente, queridas lectoras. Sino que revisemos juntos, queridas y queridos lectores, si nuestros amigos, hermanos, tíos, compañeros de trabajo, y cualquier otro personaje de nuestra vida puede ser, efectivamente, gay.
Nota: esta publicación, no es una certera recopilación de tips, científicamente aprobados. Más bien es un recorrido por ciertas cosas que uno detecta y que puedan ser irrisorios para el lector.

De la ropa:
Quizás la ropa pueda ser uno de los mejores indicadores. La usamos todos los días, y muestra en cierta forma algo que hacemos a menudo: decidir. Decidimos qué comprar para usar; y cada mañana vemos qué ropa y qué combinación de ésta usar. De seguro ropa de colores demasiado vivos y que se inclinen en cualquier grado a la gama de rojos, sandías y rosados, pueda ser de alerta. Pero más allá de lo obvio, lo que en realidad puede hacer sonar al radar, es la preocupación excesiva por las prendas más adecuadas en cuanto a color y diseño; y la preocupación por lucir combinado. Encontramos como ejemplo, las sudaderas holgadas, las poleras apretadas, y últimamente se han agregado las camisas de colores. Algo más: si usa bolsos, colgando del mismo lado que el hombro que la sujeta, los radares gay pueden sufrir sobrecarga. Yo mismo he descubierto ya dos casos, más tarde confirmados, observando la sutil preocupación por este aspecto.

Del cabello:
Uy, el pelo. En realidad, estamos en una era en que al hombre le importa no sólo llevar el pelo corto, sino que con cierto estilo. Ahora. Algún indicio de cambio de color, aclaramiento, reflejo y/o corte inspirado en alguna estrella pueden dar la alarma.

De la música:
Bastante controvertido es este tema, ya que cada quien protege sus gustos musicales, casi tanto como las llaves de la casa. Pero no es de negar las distintas variedades de música, presentes en el mp3 de un chico gay. Lady gaga, Madonna, Cher, Shakira, Thalía, Katy Perry, Rihanna (y en realidad, cualquier artista que pueda ser personificado por un transformista) y quizás podamos incluir a algunas no tan obvias, pero sí con muchos fans rosados como Amy Winehouse y Adele. También podamos hacer mención de algunos tipos de música oriental, como la música coreana  y la japonesa (viene a mi mente el para-para jeje). Si el niño en cuestión escucha One Dirección, el radar sonará de manera muy molesta. Pero si escucha la música de Glee, ¡Atención, la sobrecarga del radar podría ser peligrosa!




De las series (y material audiovisual):
Tomamos como ejemplo la serie nombrada al final del apartado anterior. Aunque cueste admitirlo, la serie Glee, no tiene ningún fan que sea chico y heterosexual al mismo tiempo, y que además tenga agallas para admitir que ve la serie. Se da en este caso, la presencia de la temática gay muy fuertemente, por lo que no es de extrañar que los chicos gay vean en ella una parte reflejada de ellos, tanto en la trama que involucra al personaje de Kurt, como en el gusto por los musicales. ¿Habrá más series que hagan dudar? Algunos nombran a Grey’s Anatomy, quizás porque va dirigida más a las mujeres. De cualquier forma, si ve America’s Next Top Model (que en el ciclo 20 tendrá concursantes hombres) o gusta de las Princesas Disney, ya es necesario comprar otro radar, por la sobrecarga ocasionada.

De la forma de hablar:
La forma de hablar es también algo sutil. Puedes descubrir, que la letra S pueda estar muy exagerada (un primer indicio), y al parecer la entonación se inclina más hacia los agudos (mera impresión del escritor). Pero definitivamente, un hablar afeminado, y con vocablos introducidos en el ambiente por cierto transformista de apellido Fox, como “weona”, “pobre”, “prima”, “quedé negra” y un sinfín más, son ya, aspectos tendientes a la confirmación.


De las negaciones:
Cualquier pregunta hecha hacia el sospechoso sobre alguno de los aspectos antes mencionados, podría ser respondida con una evasiva olímpica, quizás creando las historias más raras con tal de no ser sacado del closet. “Se me cayó la tintura en la cabeza”, “la Botota está de moda, todos la ven”, “Glee no es sólo para gays”, “ay, esta crema se la llevo a mi mamá, no es para mí”, “hablo así, porque tengo puras hermanas”.

De los amigos…y amigas:
Utilicemos matemáticas, sacando el cuociente entre el número de amigas y amigos que posee el sospechoso. Si este número es mayor a 1 “ring ring” el radar dará su alerta. Pero conocido por todos nosotros, los del lado rosa de la fuerza, es que nuestras mejores amistades son mujeres; y según lo que he oído en el último tiempo, para ellas, también somos de las mejores amistades que ellas pueden llegar a tener. Existe el concepto de “Fag Hag” o mariliendre, que en alguna otra publicación la revisaremos.

Deben haber muchos más indicios de que tu amigo es gay, pero cualquiera de ellos será revisado en publicaciones posteriores.
Ahora viene la parte de la moraleja, la parte en que la música ambiental, pasa de comedia a melosa. Todos estos tips no son para que llegues a burlarte de tu amigo gay o encasillarlo. Si llegas a encontrar algunas de estas manifestaciones, puede que al fin y al cabo (después de tanto jaleo aquí escrito) aquella persona no sea gay. Pero si en realidad lo es y no se ha animado a contarte es por algo. Lo que debes hacer es querer a esa persona, tal y como lo has hecho, no presionarlo a contarte, porque al final, nadie debe ser presionado a nada. Si se da la ocasión de conversarlo con él, lo lógico es mostrarle tu apoyo, ya que lo más probable, es que tú, que estás leyendo, ¡también lo seas! Jajajaja. Nos vemos.

                                                                                                             VozLunar